Por: Camilo Acosta
Es cruel y triste encontrarse de frente la dura realidad y que ella te golpea en la cara, es difícil tener que enfrentarla y no poder esquivarla…
Hoy después de viajar más de catorce horas en dos repetidas oportunidades por tierra al centro del departamento del Meta y recorrer diferentes y hermosos pueblos de influencia de los ejércitos al margen de la ley, tanto de extrema izquierda con la Fuerza Armada Revolucionaria Colombiana FARC y de extrema derecha con las Autodefensas Unidas de Colombia AUC, me di cuenta que los discursos de paz solo se afilian a las armas de fuego, Fusiles, Balas, Tanques y muchos pero muchos uniformes nos recuerdan a cada seis kilómetros que esta guerra está más viva que nunca; jóvenes, mujeres y profesionales dedicados a enfilar las líneas de alegoría a la muerte deja en claro una fuerte desintegración social del estado Colombiano para hacer una verdadera presencia con autonomía nacional.
La nación se compone de territorio y dentro de él ebullen sueños, ilusiones y progreso para cada uno de sus habitantes, y queda claro que hoy son mínimas las oportunidades que tiene el campesinado para hacer emergerlos en una realidad social adversa ya que les niega la oportunidad de una buena educación y una salud digna, con el agravante de que hay puestos de salud dotados de herramientas pero no de personal que los ponga a funcionar, colegios con aulas especializadas paro sin profesores para dictar las clase, estudiantes bachilleres sin posibilidad de empleo y menos la oportunidad de seguir estudiando y que no se me olvide calles donde los vicios son ley y la justicia del Talion es la norma… que sería de Colombia si fuera un país de libre pensadores… tendríamos soñadores que no pararían de trabajar solo por ver su ilusión realizada,.
La seguridad democrática está llegando a los pueblos, pero su arribo solo es la entrada a más soldados y policías a la zona de conflicto, con el mensaje claro de que fuego hay que apagarlo con más fuego… Pero esta inversión olvida que a un soldado o policía que llega a la zona por estar en área de conflicto le pagan cuatro y cinco veces más que a un soldado o policía normal, a comparación un campesino por trabajar en sus cultivos legales en ese mismo territorio le cuesta cuatro y cinco veces más tanto en factor humano como comercial, sacar sus productos de una zona roja no tiene patrocinio alguno, ahora es preocupante que la mayoría de colombianos y colombianas no quieran trabajar e investigar por qué no pagan los salarios correspondientes y hace que las zona solo busque tener más cobertura militar.